jueves, 13 de diciembre de 2007

EL VIAJERO DE LOS MUNDOS

Mal de amores
Ángeles Mastretta

A ratos temía perder su condición de nómada, su certidumbre de que ninguna libertad era más verdadera que la de aquél que un día amanece en una cama y otro en otra, que no duerme más de un mes bajo el mismo cielo y no come en la misma mesa sino hasta antes de que los platillos que en ella se sirven corran el riesgo de volverse costumbre para su paladar. Tenía veneración por la Emilia que cruzaba su vida como una luz que si fuera permanente terminaría por cegarlo, por el amor que le guardaba entre sus brazos, indeleble y curioso como sólo son los amores al principio, y nada le daba más pánico que la idea de que ese cuerpo lo saciara alguna vez, hasta volverse indeseable. Cuando andaba solo por el mundo, cuando su cama era la tierra bajo un árbol, al acostarse dibujaba en el aire el camino inolvidable de sus cejas y se decía despacio que toda ella era perfecta, armoniosa y bien trazada, como esas líneas. Entonces la deseaba más que nunca y el deseo lo hacía invulnerable y dichoso. No quería acostumbrarse a saciar ese deseo, no quería que llegara la tarde en que de tanto verla dejara de estremecerlo su estampa.


Imagen: Raimundo de Madrazo.

jueves, 25 de octubre de 2007

PATERAS

Las pateras son el medio de transporte más utilizado por los inmigrantes para poder llegar a un país en el que puedan ganar dinero y vivir mejor. Muchas de estas pateras no llegan a su destino porque se las ha tragado el mar y sus ocupantes mueren. En otras ocasiones son detectadas por salvamento marítimo, que rescata a sus ocupantes, les dan alimento y abrigo y los llevan al puerto más cercano en el país al que pertenece salvamento marítimo. Allí se les reporta a su país de origen (donde viven) después de varios papeleos y conversaciones políticas.

En otras ocasiones, y son muy pocas, las pateras llegan al país sin ser vistas y los ocupantes se buscan trabajo sin tener papeles de documentación.

Son muchas las personas que mueren en el intento de llegada, pero según ellos, vale la pena intentarlo, dadas las condiciones en las que viven.

Estas sucesivas llegadas de pateras con inmigrantes producen conflictos políticos entre los miembros de partidos enemigos a causa del gasto que causa reportar a dichos inmigrantes y de las condiciones de colapso en la que están los puertos.

Jose, 16 años.

Las pateras casi siempre vienen con una cantidad de personas superior a la que puede soportar la patera, muchas vuelcan y los componentes mueren en el mar, o simplemente como el viaje es muy largo, no tienen comida ni agua y muchos de ellos mueren y son arrojados al mar para que el peso que soporte la patera sea menor...

Beatriz, 15 años

Cuando consiguen un trabajo no les pagan lo que se merecen y trabajan mucho más que los demás.
Viven en pisos pequeños, todos juntos y amontonados, con lo mínimo, algunos hasta sin baño. A estos pisos les llaman "Piso Patera", porque viven todos apretados, igual que vinieron aquí, apretujados en una pequeña patera.

Paula, 15 años


Imagen: Vu Thai Binh

domingo, 21 de octubre de 2007

CORAZÓN DE BIBLIOTECA

Por la lectura
José Luis Sampedro

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus “clientes” éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.
Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir –eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada.En la vida corriente el que paga una suma es porque:a) obtiene algo a cambiob) es objeto de una sanción.Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro vendido? ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.


¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

Por la lectura. José Luis Sampedro

Imagen: Jessie Willcox Smith

lunes, 8 de octubre de 2007

OBSERVA AL HOMO SAPIENS Y APRENDE

Introducción a las fábulas para animales
Grado elemental, 1956
Ángel González

Durante muchos siglos
la costumbre fue ésta:
aleccionar al hombre con historias
a cargo de animales de voz docta,
de solemne ademán o astutas tretas,
tercos en la maldad y en la codicia
o necios como el ser al que glosaban.

La humanidad les debe
parte de su virtud y su sapiencia
a asnos y leones, ratas, cuervos,
zorros, osos, cigarras y otros bichos
que sirvieron de ejemplo y moraleja,
de estímulo también y de escarmiento
en las ajenas testas animales,
al imaginativo y sutil griego,
al severo romano, al refinado
europeo,
al hombre occidental, sin ir más lejos.

Hoy quiero -y perdonad la petulancia-
compensar tantos bienes recibidos
del gremio irracional
describiendo algún hecho sintomático,
algún matiz de la conducta humana
que acaso pueda ser educativo
para las aves y para los peces,
para los celentéreos y mamíferos,
dirigido lo mismo a las amebas
más simples
como a cualquier especie vertebrada.

Ya nuestra sociedad está madura,
ya el hombre dejó atras la adolescencia
y en su vejez occidental bien puede
servir de ejemplo al perro
para que el perro sea
más perro,
y el zorro más traidor,
y el león más feroz y sanguinario,
y el asno como dicen que es el asno,
y el buey más inhibido y menos toro.

A toda bestia que pretenda
perfeccionarse como tal
-ya sea
con fines belicistas o pacíficos,
con miras financieras o teológicas,
o por amor al arte simplemente-
no cesaré de darle este consejo:
que observe al homo sapiens y que aprenda.

sábado, 29 de septiembre de 2007

EL NOMBRE


El nombre es lo que arrastramos durante toda la vida, y a él contestamos, se trate de pasar lista en clase, de la ceremonia de licenciatura o de un susurro en la noche.


Natalie Goldberg

Sibilla cumana. Il Domenichino

sábado, 22 de septiembre de 2007

LA ÉTICA, EL PARADIGMA PERDIDO


La ética ha estado siempre presente en la forma de ver el mundo que han tenido todas las culturas. Al menos hasta ahora, o eso parece. Ya sea el areté de los griegos y romanos; la fe y la piedad de las religiones monoteístas; el bushido oriental; o éticas del trabajo de corrientes tan dispares como puedan serlo el protestantismo en sus comienzos y el marxismo, hasta ahora siempre había sido necesario preguntarse cómo obrar correctamente, y hacerlo. La respuesta variaba según dónde y cuándo se formulase la cuestión, pero siempre aparecía la virtud, ya fuera vestida de honestidad, honra, honor, caridad, comedimiento, a darnos una respuesta. No todas las respuestas entrañaban buenas intenciones, pues todos los códigos éticos se encuentran siempre plagados de fallos y de conductas y normas cuyo origen es extra-ético (histórico, religioso, autoritario, fruto de relaciones de poder, social, etc.), pero es natural, pues así es todo lo humano: imperfecto, carcomido por carencias, quebrado de debilidad. ¡Pero no hemos de asustarnos ante ello! Como Leibniz pensaba, la imperfección es el precio que paga la realidad por existir, y aquí seguimos, será que tan mal no lo estamos haciendo.

Tratar de huir de nuestros propios defectos es cobardía, vivir en castillos en el aire es de lunáticos. Pero revolcarnos en nuestros propios desperdicios por no ser capaces de tocar la luna, es derrotismo, es de apáticos. Si queremos mejorarnos día a día, el primer defecto a exterminar es el de falta de contacto con nuestra propia realidad, aceptarnos en nuestra cualidad humana y falible, e intentar superarnos poco a poco a partir de ese punto de partida. Pero ya no sólo no vendrá ningún gran principio a respondernos cuando nos preguntemos ¿Qué hago? ¡Es que ya es excepcional el mero hecho de que alguien se lo plantee! En toda sociedad ha habido hombres y mujeres ejemplares, y también individuos deleznables, pero en esta cultura actual nuestra, en este occidente aburrido, hastiado de sí mismo y sedado hasta el punto de la más completa estulticia por el culto al famosillo, los libros de autoayuda, las comedias estadounidenses y el dinero rápido, las preguntas éticas y morales están fuera de la cuestión por innecesarias. Innecesarias porque a nadie le importa ya el futuro de nada; o a nadie le importa ya el futuro de nada porque nadie se plantea esas cuestiones, o qué se yo, nací en 1986, hace cuatro días como quien dice, y por tanto no he visto otra cosa. Pero sí que es cierto que en el pasado, quien gozaba de renombre y era ejemplo, era por algún tipo de virtud (nos parezca hoy caduca o no). Sin embargo, a día de hoy, si mira uno las cumbres más altas, en vez de con refulgente nieve están cubiertas de hediondos excrementos. Políticos, banqueros, jueces: corruptos. Figuras públicas cuyo currículum se resume en una sucesión de sórdidas historias de alcoba. Deportistas que ganan más que familias enteras haciendo lo mismo que hacen los hijos de éstas con mucha más ilusión y dedicación. Empresarios con complejo de exprimidor. ¿Tengo que seguir?

Al ciudadano de hoy en día, el omnipresente ruido de fondo que componen los medios de comunicación (divertidísima la ironía involuntaria que crea tanta gente al llamar a la "publicidad", "propaganda", según la RAE equivocados, pero en realidad dan en el clavo) lo amamanta desde su nacimiento con la "cultura" del todo ahora, más dinero, mínimo esfuerzo y nulo pensar. Parece que hayamos caído en el hedonismo más radicalizado y permisivo posible, el placer es lo único que vale y por él se hace cualquier cosa.

El placer es necesario, pues sin él cualquier forma de ver el mundo se torna un valle de lágrimas, PERO NO EL PLACER A CUALQUIER PRECIO Y EXCLUSIVAMENTE. Si en general se da cualquier otro valor aparte de la búsqueda de placer, se da de forma involuntaria. Sinceridad, amistad, originalidad, gusto por el pensar, creatividad, rechazo de la agresión injustificada... Obviamente, ésta es mi lista personal de favoritos, pero otras personas tendrán otros valores, más elevados, más mezquinos o simplemente distintos. Hoy en día, y conforme nuevas legiones de jóvenes son escupidas de las aulas con desprecio disfrazado con lenguaje políticamente correcto, el problema se va agudizando y la polarización del panorama ético y moral es sencillamente brutal: un enjambre cacofónico de millones de epsilon minns, un mar sucio y cenagoso de la más absoluta indiferencia, en el que las escasas islas están habitadas o por náufragos desposeídos que lloran su paradigma perdido, y que deformes por los padecimientos y raquíticos por la desnutrición, cantan el esplendor de Apolo, del Übermensch y del sabio; o por neobárbaros dignos del Señor de las Moscas, deseosos de ondear el estandarte llameante del fundamentalismo, del nacionalismo o de la simple intolerancia, en honor de la cabeza cortada del primer animal que pillen.


Santi
NOTA: transcripción de una pregunta del examen de septiembre de Ética, 2º de Filosofía.

Imagen: Vittore Carpaccio

martes, 18 de septiembre de 2007

DON DE LENGUAS




El lenguaje es el inventario del universo, el primer intento de poner orden en el enigma de nuestro mundo, que sólo podemos considerar nuestro cuando somos capaces de nombrarlo. Lo que no tiene nombre no existe; y si existe, acabará por tenerlo. Con el lenguaje nos comunicamos, nos expresamos y pensamos. Para mí, lenguaje y pensamiento son términos sinónimos. Alguien dijo que no pensamos con palabras: pensamos palabras. ¿Cómo podemos pensar lo innominado? Las palabras son ideas, las únicas herramientas de que disponemos para devanar la a veces enmarañada madeja de nuestro pensamiento. Por todo lo dicho, yo sigo creyendo en la capacidad activa, creadora, de las palabras. Si en un momento determinado se debilitó mi fe en ellas, es porque las ideas que conllevan parecían ser ineficaces; el descrédito de las ideas implica el descrédito de las palabras. Pero ahora vuelvo a pensar como antes. Las palabras, si están bien urdidas, nunca son inútiles. Un gran poema puede iluminar la realidad con una luz nueva, y esa iluminación inesperada equivale a una transformación del mundo. Tal vez por eso Cernuda afirmaba que el poeta es siempre un revolucionario.


martes, 11 de septiembre de 2007

LLUEVE

LLUEVE, entre pausas, sobre las piedras

redondas, asustadas sin razón.

Cubren toda la orilla de la cala.

Están quietas. Ahora el mar suena

a la vez que el deseo de cambiar

junta y destroza espuma en olas breves

que acaban serenísimas. El tiempo

parece una voz que nada dice.

Otro tiempo imposible lo desmiente

en cada terminarse de las olas,

más breves que la lluvia. Sorprendidas

por su propio agolparse sin sentido.



Lluvia en la cala



Lawrence Alma Tadema


martes, 28 de agosto de 2007

EL CANTO DE LAS SIRENAS

Cuando la baja mar estalle y queden

desnudas en la playa las sirenas,

cogeos de la mano y caminad

procurando que el viento no despierte,

elegid una roca que tenga en su memoria algún naufragio

o una duna que lleve todavía en su seno el calor de unos amantes,

sentaos allí mismo, y con un dedo

dibujad una flauta de sal pero dulce y profunda.

Soplad en ella como si las olas rompiesen en la noche,

y todo callará mientras se elevan

las notas de un amor tan triste y tan intenso.

Entonces las sirenas se alzarán perezosas

y bailarán -dejando un rastro de silencio en vuestra piel-

hasta que llegue el alba.

Con las primeras luces, borrad la flauta con un beso

y devolved su propio sonido al mar que crece.


Poema para tocar la flauta a la orilla del mar

Jesús Aguado

Jean Baptiste Camille Corot


martes, 14 de agosto de 2007

MAR AMANTE

El mar, lleno de urgencias masculinas,
bramaba alrededor de tu cintura,
y como brazo colosal, la oscura
ribera te amparaba. En tus retinas,

y en tus cabellos, y en tu astral blancura,
rieló con decadencias opalinas,
esa luz de las tardes mortecinas
que con el agua pacífica perdura.

Palpitando a los ritmos de tu seno,
hinchóse en una ola el mar sereno;
para hundirte en sus vértigos felinos

su voz te dijo una caricia vaga,
y al penetrar entre los muslos finos,
la onda se aguzó como una daga.


Woman Reading a Book on a Beach

James Jebusa Shannon

lunes, 13 de agosto de 2007

UN HELADO DE LIMÓN

Un helado de limón.
En la soledad de una ciudad Verdadero limón,
¿te gusta el limón?,
¡qué bueno!,
mientras el verano se nos va...
La libertad son perlas de colores.
Aquí tienes lo que te voy a dar.
En la sensualidad de los que viven rotos
el regalo que yo te voy a dar.
Mujer que estás dejando dentro de mi vida
una maleta llena de perplejidad.
No tengas miedo que esto no termina todavía
este hombre te dará...
Un helado de limón.
En la soledad de una ciudad.
Verdadero limón,
¿te gusta el limón?
¡qué bueno!,
mientras el verano pasará...
Yo te ofrezco una ducha en baños turcos,
que son abismos de serenidad,
donde como océanos nocturnos
retumbará la voz de tu ciudad.
Te doy la luna mora,
roja de la tarde
para la fantasía que amas tú.
Y estrecharé tu cuerpo entre mis brazos
para que así mujer de mí no escapes más.
Y un helado de limón...
Te doy la inteligencia del electricista
así al menos alguna luz habrá en ese cuarto
de esta pensión triste
donde la noche nos derretirá
como un helado de limón...


Un helado de limón






martes, 31 de julio de 2007

ORILLA

¿Si no fuera por la rosa
frágil, de espuma, blanquísima,
que él, a lo lejos, se inventa,
quién me iba a decir a mí
que se le movía el pecho
de respirar, que está vivo,
que tiene un ímpetu dentro,
que quiere la tierra entera,
azul, quieto, mar de julio?

Orilla
Pedro Salinas

miércoles, 25 de julio de 2007

CONFESIÓN

Escribo porque me salva, porque es lo único que me queda, porque fija un sonido, unas luces, el final de un acto de amor, el escenario de unas horas de deseo. Escribo porque están conmigo los que ya nunca estarán, porque bajo al mar desde la mesa donde apoyo la cuartilla y me quedo quieto en la memoria de un cuerpo, y prolongo unas voces hasta perder la noción del tiempo (días y años juntos, apretados en un instante que me deja sin defensa). Escribo porque al abrir el seno de una palabra encuentro la iluminación última del beso, porque pronuncio a solas mi única verdad: ésa que después desmiento con mi vida. Escribo porque hay un llanto mínimo que me purifica desde que comienzo a hacer signos en el papel, porque poseo las cosas desde su respiración humana y puedo habitar aquello de lo que fui desterrado. Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical, para tener lo que no tengo y escuchar lo que nunca me dijeron. Escribo porque nunca fue más bello el engaño.


Javier Lostalé
Confesión. La rosa inclinada


Mirando al mar. Rafael Serrano Muñoz


jueves, 19 de julio de 2007

LOS LIBROS NO SON INOCENTES

La literatura es una gran selva, llena de ecos y de voces. De hecho, una biblioteca, por muy ordenada que esté, recuerda a un bosque frondoso, rebosante de animales temibles, de sombras inquietantes y de sonidos prodigiosos. Adentrarse por los anaqueles de una biblioteca puede significar un viaje sin retorno, el tiempo de una persona es limitado y los caminos de la letra impresa parecen bifurcarse en direcciones sin fin. Pero lejos de inquietarse, el lector, como todo buen explorador, debe de ubicar en su plano los ríos principales. A través de ellos la navegación resulta más segura, y dependiendo de la elección personal, uno puede quedarse fascinado por una charca o por un lago, por un gran árbol o por una graciosa florecilla. Los libros no son objetos inocuos e inocentes, cuando una sociedad entra en crisis es lo primero que se quema, se requisa, se censura y se prohíbe. Los libros crecen dentro del lector, al modo de las semillas, escarban galerías por los sótanos de su conciencia, abren ventanas sobre la realidad que le envuelve, restablecen las luces de sus ideas más firmes e inquebrantables; sin las cuales el ser humano apenas es nada.


Una lectura emocional de la poesía de Ángel González

Ricardo Labra
Litoral, 233

Muchacha leyendo. Théodore Roussel


jueves, 12 de julio de 2007

MAL DE LETRAS

La escritura es una especie de enfermedad contagiosa que los libros transmiten a quienes los frecuentan en exceso. Todos los lectores contumaces están expuestos a ese contagio, y en distinta medida todos lo sufren, aunque algunos lo desconozcan y otros, por prudencia o timidez, lo oculten. El lector químicamente puro no existe; en su interior hay siempre un escritor latente o agazapado que a veces despierta de su letargo y se abalanza sobre parientes y amigos creando en la mayoría de los casos (hay admirables excepciones) situaciones de pánico o de desolación. Cuanto más temprano sea el contacto con los libros, más graves y duraderas serán las consecuencias de ese virus incubado en el texto que son, unas veces por fortuna y otras por desgracia, casi siempre incurables. Exagero poco; creo que Kafka hablaba de la literatura como lepra.

Sirva la anterior divagación para explicar por qué escribo. Comencé a leer de niño, y los síntomas del contagio se manifestaron precozmente con efectos que no dudo en calificar, apelando a un neologismo que ruego me disculpen, de catastróficos: a los doce años de edad ya había incurrido en décimas y sonetos cuyos principales causantes (no diré culpables) eran Espronceda y Rubén Darío. Para empezar, la poesía ajena fue el estímulo primero y determinante de mi propia poesía. He citado muchas veces una frase de Northrop Frye que considero oportuno volver a recordar: "todo poema procede de otro poema". Yo nunca hubiese escrito poesía si previamente no hubiera leído poesía. Eso lo tengo claro.

Pero las razones por las que sigo escribiendo o pretendiendo escribir poesía sesenta años después de haber sufrido el contagio de la literatura son más dudosas. Para justificar el acto en principio gratuito (y a veces oneroso: hay quienes pagan por publicar sus versos) de la escritura poética se suelen esgrimir muy diversos argumentos, alguno de los cuales yo mismo he utilizado: el deseo de penetrar la realidad, de conocer y de evaluar éticamente el mundo; la necesidad de expresarnos o de comunicarnos; la voluntad de "anclar en el río de Heráclito" y de salvar del efecto corrosivo del tiempo algunas cosas queridas; el goce de crear pura belleza.

Todas esas justificaciones pueden ser válidas, y algunas lo siguen siendo para mí. Pero pienso que, si a estas alturas de mi vida continúo escribiendo, es también por otra razón menos grandilocuente y un tanto pueril que casi me avergüenza confesar. Me temo que, aunque siempre sostengo lo contrario, estoy cayendo en la tentación de creer que el poeta, bueno o malo, que mis versos configuran -ese personaje ilusorio que habla en los poemas- soy efectivamente yo, y que el acabamiento del poeta significaría mi propio acabamiento. Se trataría, en último extremo, de un deleznable caso de amor propio, de un afán de supervivencia planteado con un grave error de perspectiva quizá justificable; pues algo o mucho de mí persiste en lo que escribo. Y, aunque no ignoro que los poetas, como los toreros, deben saber retirarse a tiempo; y que en la vida hay cosas más serias que la poesía y, concretamente, que mi poesía; y que "el arte es largo y además no importa"; si a pesar de ser consciente de todo eso sigo escribiendo es, en parte, porque me resisto a confinar en el pasado ese residuo de mí mismo que sobrevive en mis poemas, a desprenderme de ese yo que es otro, pero que ahora, cuando los dos estamos acercándonos a un final inevitable, noto que me hace muchísima compañía.


¿Por qué escribo?



Lectura para dos. Elena Cabrera