jueves, 19 de julio de 2007

LOS LIBROS NO SON INOCENTES

La literatura es una gran selva, llena de ecos y de voces. De hecho, una biblioteca, por muy ordenada que esté, recuerda a un bosque frondoso, rebosante de animales temibles, de sombras inquietantes y de sonidos prodigiosos. Adentrarse por los anaqueles de una biblioteca puede significar un viaje sin retorno, el tiempo de una persona es limitado y los caminos de la letra impresa parecen bifurcarse en direcciones sin fin. Pero lejos de inquietarse, el lector, como todo buen explorador, debe de ubicar en su plano los ríos principales. A través de ellos la navegación resulta más segura, y dependiendo de la elección personal, uno puede quedarse fascinado por una charca o por un lago, por un gran árbol o por una graciosa florecilla. Los libros no son objetos inocuos e inocentes, cuando una sociedad entra en crisis es lo primero que se quema, se requisa, se censura y se prohíbe. Los libros crecen dentro del lector, al modo de las semillas, escarban galerías por los sótanos de su conciencia, abren ventanas sobre la realidad que le envuelve, restablecen las luces de sus ideas más firmes e inquebrantables; sin las cuales el ser humano apenas es nada.


Una lectura emocional de la poesía de Ángel González

Ricardo Labra
Litoral, 233

Muchacha leyendo. Théodore Roussel


3 comentarios:

reikiaduo dijo...

Verás, yo ceo que sobrevaloramos nuestra actividad intelectual (y con ella los libros); y lo dice quien ha tenido que leer mucho por necesidad y ha leido que leer bastante por gusto.

Loq que experimentamos, eso es lo que vale; lo que estaba sintiendo esa chica en bolas en ese momento en que la captó el pinturero de marras

M dijo...

Pero....por Dios....esta bodega sin descubrir me ha encantado¡¡

Has roto la botellas de cava contra el casco??


B x C

Pd. Claro que no son inocentes, sólo faltaba¡¡

Mario Preciado dijo...

simplemente genial