viernes, 2 de octubre de 2020

Torino, 1950

Torino, 1950
Joan Margarit

De joven deseaba pasear
cerca del mar de invierno con su amada.
Él es, hoy, el invierno
y lleva en su interior la fría niebla.
Camina solo y mira a las muchachas
que, sin verlo, pasean soñadoras.
Uno supone que vendrá el invierno
junto a una chimenea, en una casa
con altos techos y con los cristales
empañados mirando hacia las viñas.
Pero una noche llueve y hace frío,
y la lluvia ha velado las farolas,
y uno ve en un café, tras los cristales,
a los otros que ríen, a cubierto.
Y entra en ese café, pero a su mesa 
no lo acompaña nadie más que el frío
y el monólogo absurdo de la lluvia.
Y comienza a pensar en la sonrisa
de las mujeres que ha perdido, alegre
por haberlas amado: entre las mesas
ve de nuevo la calle en primavera,
las hojas de los plátanos, los bares
saliendo a las aceras y murmura
un nombre, y unos ojos de muchacha
se miran en sus ojos, y ahora nadie
tiembla de frío o siente, ya, la lluvia.