domingo, 11 de enero de 2009

EL ENAMORADO

El enamorado (IV)
Benjamín Prado

Para poder mirarla es necesario
ver la verdad que vive dentro de cada cosa:
saber que las espigas
son las piezas de una paloma verde;
que en el verbo agrietar puede escucharse
el corazón del tigre:
que del poema roto caen los pétalos blancos
de la flor de la duda.

Si admites todo eso,
si sabes escribir "de los ojos del cínico
caen lágrimas que son sílabas de una ciénaga"...
si le puedes llamar a las gaviotas
"nieve viva,
oleaje del cielo"...
tal vez sabrás qué ves cuando la mires.

Si quieres describirla,
te hará falta buscar dentro del diccionario
un idioma salvaje,
palabras que se dejen escribir
como fieras que acceden a ser acariciadas.

Encuentra un adjetivo que la diga
"de donde tú te vas, se incauta el hielo"
y sabrás explicar lo que es estar con ella.

Yo que dormí con restos de la luna en las manos
después de acariciarla:
que he aprendido en su boca el sabor de la luz
y en su pelo el lenguaje de las enredaderas,
aún no voy a aclarar nuestro misterio.


Imagen: Autorretrato en mi libro. Estefanía Córdoba.

jueves, 1 de enero de 2009

AGENDA 2009

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas del azar

y también de la alegría.

Defensa de la alegría
Mario Benedetti

Imagen: Jessie Wilcox-Smith